miércoles, 9 de febrero de 2011

HISTORIA UNO: ¡PISTOLETAZO AL SISTEMA!


Leímos y vimos hace días la noticia del cuádruple crimen de Olot y, como todas estas historias relacionadas con la crisis, no nos dejó indiferente. La respuesta de un hombre a su situación laboral y económica no debe ser liarse a tiros con aquellos que considera responsables de su “pesadilla. Es un crimen –nunca justificado- que da para reflexionar sobre el momento que vivimos, e incluso para detenerse a  pensar quien puede ser  responsable o estar ligado a esta tragedia. Detrás de la mano ejecutora hay muchas cabezas que deberían estar flagelándose en celdas monacales por poner las cosas “a tiro” para que ocurran sucesos tan monstruosos como éste.

Hay opiniones de todo tipo: ¡Estaba loco! ¡Enajenación mental! ¡Un psicópata! ¡Un hijo de Puta!... Pero lo evidente es que ha sido un crimen  premeditado: ¡Ya estoy satisfecho! Ningún trastornado es capaz de expresar su gozo a posteriori y en voz alta aunque haya experimentado un tremendo placer durante el acto. Siempre después del arrebato de cólera  emana el estado de conciencia real que te hace sentir culpable. Durante la ejecución de los actos el remordimiento no existe, éste es posterior al hecho.  Y lo normal es que cuando volvemos a un estado racional la conciencia nos castigue vorazmente. Pero este hombre sigue expresando satisfacción. Es coherente desde el principio hasta el final. Por esto la lectura de la noticia asusta. Hay una letra pequeña pero escrita en mayúsculas: Este señor se ha liado a tiros con dos de los sectores que representan a nuestro actual sistema. Noticias así avalan el fracaso del mismo.

Situándonos en una curva cerrada y peligrosa nos atrevemos a dictar sentencia: culpables son y/o somos todos, pero unos más que otros. Las historias individuales se convierten en grandes dramas -en este caso en una terrible- e, insisto, injustificable porque nunca el crimen, por muy “encoñao” que pueda estar uno, puede ser la solución a los problemas. Lo que sí nos queda claro es que por un lado está el criminal, pero por otro, están los otros malos, los malos más malos, los super malvados: el Mercado y muchos ineptos y sinvergüenzas. Los que nunca dan la cara sino que la hacen y después exponen al público su lado “más inocente” a través de gente que lo único que hace es currárselo como cualquier trabajador,  siendo los que se comen la tostada quemada cuando se calientan mucho los ánimos. En este caso les ha llegado la muerte…

Nuestro deliberado asesino lanzó cuatro disparos: dos para sus jefes -curiosamente del ámbito de la Construcción-,  y otros dos, uno para el director de un banco y otro para una empleada de éste. Independientemente de los verdaderos motivos que le llevaran a actuar de esta injustificable manera (no dejamos de ser unos peñazos insistiendo en esto), -ya sea el despido inmediato, la falta de liquidez, la negación de un préstamo bancario, o sencillamente rencillas personales- es inquietante el trasfondo de este  suceso: Se ha disparado a la banca. Se ha disparado al ladrillo (que tanto nos dio y tanto nos está quitando) y faltó (por fortuna no sucedió) que se hubiera dirigido al Ayuntamiento a seguir pegando balazos.
Nadie que durante toda una vida se ha levantado por la mañana para ir a trabajar decide un día, así por las buenas, coger la escopeta para cargarse al primero que pille. Este hombre es un asesino -y ni siquiera decimos presunto-, pero, y queden aquí expresadas nuestras  condolencias a los familiares de la víctimas, ha sido una víctima más, de muchísimas, de esta cruel estructura que se ha creado. Quiso dar un pistoletazo al sistema… Lo trágico: Que una vez más ciudadanos inocentes actuaron como escudos. ¿No es hora de empezar a cambiar? Tal vez el primer paso sea empezar a proteger a los que menos tienen, a los que están perdiendo, a los desesperados y no a los que están provocando estas historias tan tristes que son bastante más que anécdotas de la crisis.

CMR

jueves, 3 de febrero de 2011

EL HUNDIMIENTO DEL TITANIC, EL GENIO DE LA LÁMPARA Y DOS EX CAPITANES, RODEADOS DE “ADINERADAS DAMAS”, EN SUS FALUCAS

Intentando comparar el momento que está viviendo el mundo en general, y este país en particular, me vienen a la cabeza aquellas escenas, totalmente verídicas, del salvamento de los pasajeros de primera clase que iban en el Titanic, los  momentos en que montaban en los escasos botes que había, con una capacidad para “x” personas, a un puñado de señoras  de  primera clase para que fueran lo más cómodas posibles  en lo que me imagino sería un incómodo asiento, pero que en momentos así, tendrían la sensación de tener el culo sobre un trono.
La cuestión es que los botes iban casi vacíos, las señoronas con sus pieles y joyas acomodadas y a salvo mientras miles de personas morían en las gélidas aguas del Atlántico norte. Pero no vamos a contar aquí la historia del Titanic aunque a ella me remito por ¿similitud? Bueno, por poner sencillamente un  ejemplo.
Durante estos años de locura comercial, de excesos de capital y avalanchas de euros, durante estos años de frenesí, donde la población ha padecido un brote severo de esquizofrenia, hemos volado sobre una alfombra mágica que parecía tener poderes eternos haciéndonos creer que dominábamos el mundo, expandiéndonos sin freno, como un virus letal. Pedimos tres deseos al Genio de la Lámpara: el primero más, el segundo mucho más y el tercero –que debería haber sido ¡ya basta!- fue ¿y por que no todo?
Y así se cumplieron los dos primeros y en el intento quedó el tercero… ¡Nos hemos sobrepasao! Todos hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades, animados y alentados por las voces de los líderes que desde el estrado nos persuadían relatando proezas y logros. Durante años frases como “España va bien” han funcionando como la campana al perro de Paulov, y después, cuando ya no sonaba la campanita, se nos ha negado que “España no fuera tan bien”, y unos por aquí y otros por allá nos han situado en el borde del acantilado. Esta situación tiene su ventaja: Desde aquí podemos observar no sólo lo que tenemos arriba y hacia nuestros lados, sino también los que hay abajo: un abismo fatal. Aquí podemos elegir o bien dando el salto, o dando un paso hacia atrás. Dicen que es de pusilánimes retroceder, pero cuando en ello está la vida… Y eso es precisamente lo que está sucediendo. Retrocedemos a pasos agigantados. Los derechos y salarios de los trabajadores por los que tanto y tantos años se ha luchado, se recortan y reducen. Ninguno estamos contentos. Protestamos y nos cabreamos, pero por la respuesta que emitimos está claro que cedemos. ¿Borregos? ¿Quijotes? ¿O sencillamente somos consecuentes?

La crispación surge, la indignación aflora, la rabia emana en cuanto nos enteramos que nuestra clase política no está dispuesta a dar ese pasito hacia atrás -que a los demás nos salva la vida-, ni tampoco el que les haría saltar al vacío. ¿Qué pasa entonces? ¿No se hunde el barco? ¡Ellos también van dentro! Y es entonces cuando me acuerdo del Titanic… Evidentemente las plazas están reservadas. Durante muchos años han estado “pagando” a precio de oro, no el billete de primera clase, sino un lugar en el bote salvavidas. El barco se hunde pero ellos están a salvo. Siempre ha sido así, ¡la primera clase es la primera clase! y no existe eso de “mujeres y niños primero”… Pero lo verdaderamente chocante, sorprendente, inverosímil, ilógico y a la vez, creo que querellable, es que en nuestra particular versión del Titanic dos ex capitanes, que en su momento fueron guardianes, protectores y “servidores” del colosal buque, se monten los primeros junto con los banqueros (fieles sustitutos de las adineradas damas), viendo desde sus falucas, aferrados a sus cajas fuertes, como el gran navío naufraga en las turbulentas aguas del Océano… Y el Genio con su lámpara esperando a que llegue algún tipo coherente y lo libere para siempre.

CMR